Un programa para el desarrollo industrial con base en las empresas nacionales de capital interno

1.- Los problemas que enfrentan las pymes y sus trabajadores para lograr el desarrollo nacional

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Las micro, pequeñas y medianas empresas de nuestro país constituyen, desde un punto de vista económico y social, un sujeto importante en el desarrollo nacional. Son en cantidad el 98% de las empresas actualmente existentes y explican una significativa porción del empleo generado.

Una primera cuestión por abordar es identificar las trabas de su desarrollo. Sabemos que el crecimiento de las pymes está asociado con grados de inversión en capital fijo y circulante de manera continua a lo largo del tiempo, de niveles crecientes de empleo y de un mercado interno potente en términos de demanda. Nos circunscribimos al mercado interno, no porque no sea factible encarar la exportación, de hecho, existen muchas pymes exportadoras, pero el grueso de nuestras empresas vive del mercado interno.  El mercado interno es abastecido por nuestras PyMEs pero además es abastecido por grandes empresas y por la importación y a veces, en condiciones de absoluta desigualdad.

Cuáles son los elementos claves para el desarrollo de las Pymes.

  • En primer lugar, una de las claves del crecimiento está ligado a la disponibilidad del crédito, accesible en montos y precios (tasa de interés). Es cierto que es factible también financiarse a través del mercado de capitales, pero no está desarrollado para las pymes en la Argentina.
  • En segundo lugar, no hay crecimiento sin disponibilidad de energía con tarifas acordes a la realidad productiva de nuestro país, accesibles en condiciones tales que no se conviertan en un factor de traba de la competitividad.
  • En tercer lugar, no hay crecimiento posible sin el acceso a materias primas e insumos en condiciones de calidad, cantidad y precios razonables. Aquellos insumos cuya lógica productiva impone una elevada escala de capital productivo invertido, como por ejemplo, el acero, el aluminio, el papel, productos químicos y, dentro de estos, principalmente petroquímicos, son provistos por grandes corporaciones con alto poder de negociación en los mercados a lo que se suman a otros productos y servicios derivados de monopolios tecnológicos que requieren de una observación profunda desde Defensa de la Competencia.
  • En cuarto lugar, no hay crecimiento sin un adecuado cuidado del mercado interior de mercancías producidas en condiciones de dumping social([1]) que provienen desde el exterior.
  • En quinto lugar, no hay crecimiento sin un mercado interno sólido que derive de un adecuado cuidado de las condiciones desleales de competencia, pero también y principalmente de un adecuado poder adquisitivo de la población, principalmente la población asalariada. Un mercado interno sólido es el que permite condiciones adecuadas de vida a su pueblo, al servicio del bienestar general. La forma que toma en Argentina la producción de alimentos es algo que debe ser revisado si pretendemos que el salario real crezca. Esto presupone un trabajo pormenorizado sobre toda la cadena de valor comenzando por el análisis de los precios internos de las materias primas para su posterior elaboración.

La solución de estos problemas es condición necesaria pero no suficiente. Porque es claro que las claves del crecimiento tienen relación directa con la incorporación de nuevas tecnologías, la formación profesional de los trabajadores, una adecuada estructura logística y comercial y un alto desempeño de los servicios, principalmente los servicios industriales. Sin embargo, sabemos que no es factible trabajar sobre todas las condiciones sin antes resolver las condiciones elementales.

2.- Los actores sociales en torno a los problemas fundamentales

Detrás de cada uno de esos problemas hay actores con medios disponibles de potencia diversa. Cuando se habla del sistema financiero, es claro que existe en apariencia un gran actor, la banca. Los bancos están divididos según el carácter de su propiedad, Bancos Públicos y Bancos Privados. A pesar de que ambas formas son bancos, se diferencian en sus objetivos como así también en sus grados de organización. Igualmente pasa con el sector energético. Desde la generación, el transporte hasta la distribución de energía eléctrica, por ejemplo, hay grandes empresas, en parte extranjeras, que tienen un poder de condicionamiento importante de la política pública, empresas muchas veces resguardadas por legislación internacional hechas presentes en nuestro país vía acuerdos internacionales con jerarquía superior a nuestras leyes. Ni hablar de los que sucede en el campo de la producción y comercialización de insumos de uso difundido. A veces, muchas de esas empresas son referidas como “el círculo rojo” que tienen también un alto poder de fuego y condiciones ventajosas en cada negociación. En igual sentido, existe un poder históricamente importante del comercio de importación. Histórico porque es un problema para la Argentina desde incluso antes de la revolución de mayo de 1810.

Debemos llamar la atención sobre la existencia organizada económica y políticamente de estos actores. La no observación de ese nivel organizativo nos hace ver la política económica, las regulaciones del estado, las leyes y decretos específicos como si proviniesen de la mente de algún funcionario más o menos avispado. Es menester subrayar que la política actualmente existente no es un error. Es la capacidad de los actores interesados de haberla concebido y diseñado para su posterior ejecución. Ese nivel de organización para transformar su interés específico en política pública no existe del lado de las pequeñas y medianas empresas ni tampoco en la alianza aun débil entre ellas y el movimiento obrero sindicalmente organizado.

Los actores de peso son actores político-económicos. Son actores en la medida en que tienen fines pero también medios para alcanzarlos. Esos medios son principalmente su fuerza económica que permite cooptar la política pública, capturarla para sí.  Su nivel de organización contiene un determinado poder de cabildeo de la propia empresa como también la reunión con sus pares en instituciones gremiales económicas y político-económicas. Por caso, organizan alianzas dentro de la UIA donde además utilizan como base de maniobra un conjunto de pequeñas y medianas empresas que suelen conformar parte de su cadena de valor. Se organizan en instituciones tales como AEA, IDEA, etc. Y también se organizan en el plano regional y mundial.  Nunca constituyen una masa uniforme. Las grandes corporaciones que suelen diferenciarse por la potencia de su alcance geográfico, y por sus intereses geopolíticos contrapuestos, conforman pelotones diferenciados de capital financiero. La base de su poder que nace de su fortaleza económica -que deviene de posiciones cuasi monopólicas- es lo que les otorga poder político, es decir, poder para decidir por sí y por la población respecto del sendero de desarrollo que ha de seguir un país. Suelen legitimar sus posiciones a partir de la creación de organizaciones no gubernamentales. El poder económico es poder político sobre la base de cooptar funciones y posiciones dentro de la estructura político – social. –

Los elementos que constituyen la base del poder no pasa entonces por el consenso social que logran, sino por la capacidad de permear la conciencia colectiva de la población, principalmente a través de la potencia de los medios de comunicación, el trabajo profesional sobre las redes sociales, el uso de la inteligencia artificial, etc., etc. Sus ideas se convierten en dominantes en el plano social constituyendo hegemonía. Marcan así, a nivel social, “el límite de lo posible”.

De modo que las pequeñas y medianas empresas junto a los trabajadores deben buscar un lugar bajo el sol, para todos, en estas condiciones que hay que comprender profundamente para no proponerse objetivos que no se puedan lograr, aunque tampoco autolimitarse por la construcción del escenario por parte de actores externos a la unidad pyme-trabajadores.

La base de poder de las pymes y los trabajadores está en la “cantidad”. El 98% o más del total de empresas en Argentina son PYMES, que explican a la vez un alto porcentaje del trabajo asalariado ([2]).  Entre las pymes ([3]) y sus trabajadores ([4]) está el grueso de la población económicamente activa de nuestro país. Esa masa bien organizada no debiera perder ninguna elección y permitir que llegue un gobierno que no haga foco en la industria como sector fundamental del desarrollo nacional. Sin embargo, son en general individuos espectadores con bajo nivel de organización o, cuando el nivel de organización parece suficiente, el grado de movilización de las mayorías no parece tan potente. La visión que tenemos a futuro es la de una sociedad organizada para que viva en condiciones dignas y que pueda soñar cada día un futuro mejor. La misión es precisamente movilizar y organizar. Esto por cuanto, ante la carencia de medios económicos como sustento del poder, sólo puede manifestar, irradiar y proyectar poder desde una organización potente. Y esta es la condición necesaria, aunque no suficiente, para direccionar la política pública a su favor, es decir, que tenga en cuenta de modo predominante sus intereses.

El capital nacional no tuvo la capacidad de demostrarse unido y de activar unido.  Sin la decisión política en un contexto de gobierno sería ilusorio pretender alcanzar que la unidad de concepción pymes/trabajadores se materialice en unidad de representación y de acción.  Es inherente a una estructura de gobierno con perspectiva popular que las fuerzas productivas del capital nacional constituyan una voz constante, potente e identificable en el escenario público.  La dispersión y la endeblez simbólica de la representación Pyme son obstáculos que se oponen al apuntalamiento de la puja distributiva en favor del salario, el consumo y el agregado de valor.   Tal circunstancia ofrece una oportunidad que tiene que ser aprovechada por la autoridad política para propiciar y articular un proceso de unificación de la representación Pyme, codo a codo con la representación de los trabajadores organizados.

3.- La política

 

No existe la posibilidad de contar con una política favorable a los intereses de las mayorías si están desmovilizadas y desorganizadas.

La organización que vence al tiempo es la que tiene alta capacidad organizativa pero principalmente profunda claridad de sus objetivos. Con objetivos claros, una organización que sea simple en su funcionamiento -poco a nada burocratizada – y estable, permite que se vaya perfeccionando a lo largo del tiempo.  Objetivos claros, significa claridad de los intereses que se defienden. Interés significa “lo que es entre”, de modo que cumplir los objetivos significa asumir que hay y habrá conflicto para lograrlo. En este esbozo programático los conflictos ya se ven al momento del planteo de los intereses a defender:

La política es el diseño de la maniobra. La política define el escenario a modificar, los aliados tácticos y estratégicos y los actores a confrontar en el marco de una inevitable situación de conflicto.

No explicaremos aquí las razones por las cuales los trabajadores son aliados estratégicos para las pymes (y viceversa). En lo conceptual, sólo hay que decir que el aliado estratégico tiene tal carácter porque se camina con él hasta el final. Los aliados tácticos se suman en coyunturas singulares. Puede suceder que un aliado táctico de hoy, este enfrente en una oportunidad diferente. La alianza básica es de pymes y trabajadores, pero distinguiendo a las pymes por su sector de actividad y a los trabajadores por sus niveles de calificación. Operarios, técnicos y profesionales de la producción, etc. Es necesario comprender las diferentes cualidades dentro de la unidad, sencillamente porque ello define quién puede responsabilizarse de qué funciones.

La política presupone diferentes maniobras según el sector y/o ámbito del escenario que se ha de modificar. En este sentido, planificar la maniobra para alterar la situación en el sector financiero, supone la existencia de especialistas. El objetivo se concibe a nivel más general. Por ejemplo, es claro que es necesario tener acceso al crédito, con tasas adecuadas a los niveles de rentabilidad existentes, en los plazos que permitan el repago de los créditos y por montos suficientes para la inversión en que nos hemos de empeñar. El crédito es un punto crucial del proceso de acumulación para el crecimiento. Ahora bien, para llevar a cabo el objetivo se necesita, por una parte, un trabajo técnico/profesional que analice con profundidad la situación regulatoria actual que no permite que ese objetivo sea alcanzable, para luego proponer las modificaciones del escenario en el que se desenvuelve el sistema financiero. Puede surgir de ese análisis una batería de medidas de política que recorren un arco que va desde una simple regulación respecto del monto obligatoriamente prestable a tasa cero o negativa por parte de la banca, hasta la creación de un banco nacional de desarrollo.

  • Desarrollar la política para el sector financiero (poner cada objetivo, aunque sea potencial)
  • Desarrollar la política para el sector energético
  • Desarrollar la política vinculada al comercio exterior: exportaciones e importaciones (definir actores, aliados y adversarios)
  • Desarrollar la política destinada a la “defensa de la competencia” y su relación con los proveedores de insumos de uso difundido
  • Desarrollar la política de protección y fortalecimiento del mercado interno.
  • Desarrollar la política destinada a una ocupación territorial orientada por las siguientes claves estratégicas: agregar valor en origen y proveer en cercanías; desarrollar las comunidades con autonomía tecnológica y comercial (somos el 8º país del mundo por superficie y el 215º por densidad demográfica); diversificar y multiplicar la producción. Con esos vectores se facilitaría el desarrollo planificado de todos los rincones de la geografía nacional con unidades empresarias, cooperativas y familiares que sean sostenibles, amigables con el medio ambiente y que ofrezcan puestos de trabajo de calidad. Una herramienta probada y exitosa para alcanzar tales estándares es la promoción impositiva y crediticia para el establecimiento de las empresas en parques industriales y tecnológicos y para reducir al mínimo las asimetrías en materia logística.

 

  • Desarrollar la política industrial con la mirada puesta en la región (América del Sur – Latinoamérica) y con la determinación de propiciar el multilateralismo (Mercosur, Unasur, BRICS) en el orden global. Las definiciones de la política internacional de nuestro país impactan en la industria local de manera directa. ((Claramente este propósito está ligado con el que habla del comercio exterior y con el que apunta al fortalecimiento y la protección del mercado interno, pero entiendo que debe ser explicitado ya que, como conformación con expectativas de activar en la política, el mundo Pyme debe actuar más como expresión de estadistas que como una mera referencia de CEOs que se miran el ombligo))

 

En cada uno de estos capítulos se define el objetivo o los objetivos generales, los aliados y los adversarios en relación a esos objetivos, la organización de los adversarios que oponen fuerza (económica/política/”militar” inclusive) viendo, sus organizaciones gremiales, sus cuadros operativos más importantes, las medidas de política a impulsar, la redacción de las normas (leyes, decretos, resoluciones), los diferentes ámbitos de acción (en el parlamento, a nivel del ejecutivo, en la sociedad civil, etc.) y la forma de los mensajes en cada ámbito.

[1] Costos extremadamente bajos de empresas radicadas en países que permiten mano de obra en condiciones de cuasi esclavitud y/o menores de edad.

[2] 52% del empleo total están en empresas de menos de 200 trabajadores

[3] unas 540 mil de un total de 550 mil empresas

[4] unos 3 millones de trabajadores aproximadamente

MOVIMIENTO PRODUCTIVO 25 DE MAYO – MP25M

 

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