La renegociación impulsada por Trump intentara fortalecer el complejo industrial estadounidense

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    Por Gabriel Merino

Con el triunfo de Trump se armó un buen debate en @C5N entre Moreno y @leandromorgen sobre las implicancias del «NAFTA 2.0» o T-MEC que negoció Trump con México. Según Moreno, era un ejemplo de la política favorable de EE.UU. de Trump para la región. Pero es lo contrario. La renegociación impulsada por Trump en fue para fortalecer el complejo industrial estadounidense, disminuir el déficit con socios comerciales como México, recuperar empleos industriales y controlar el crecimiento de la migración que supone una “amenaza” demográfico-racial.

Ya el TLCAN (1994) fue negativo para México en varios aspectos: profundizó asimetrías estructurales de la relación centro-periferia, debilitó la industria nacional y la producción de alimentos, tuvo bajo crecimiento económico, no redujo la pobreza y favoreció el narcotráfico.

El T-MEC de Trump profundiza la mayoría de los aspectos negativos, agudizando las asimetrías, y tiene solo un aspecto que podría considerarse relativamente positivo (que resaltó Moreno).
1- Desarmó gran parte del sistema de arbitraje independiente que permitía que las empresas presenten reclamos frente a medidas proteccionistas (especialmente estadounidenses) para aumentar la arbitrariedad de Washington en función de sus intereses.
2- intensificó el control de la propiedad intelectual de EE.UU., obstaculizando el desarrollo tecnológico mexicano, cuyo lugar es de industria maquiladora, para los eslabones de bajo valor agregado, de las cadenas de valor controladas por las corporaciones estadounidenses.
3- se acordó que entre 40 y 45 por ciento del contenido de los autos debe ser producido por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora y las negociaciones colectivas sea similares a las estadounidenses. Esto es para alentar a las compañías a mantener mayor producción de componentes y ensamblados en Estados Unidos, y para dar lugar a las demandas de los sindicatos de EEUU.

Este último punto que puede ser favorable para una porción muy reducida de los obreros mexicanos del sector automotriz , está en función de los intereses sindicales estadounidenses, en acuerdo con las corporaciones, sin impacto positivo general en el mercado de trabajo mexicano. Lo que profundizó el T-MEC es el lugar de México como periferia maquiladora y «Patio Trasero», algo que luego AMLO intentó en parte revertir, con poco margen de maniobra.

El TLCAN globalista como el T-MEC americanista-nacionalista son una muestra de las consecuencias negativas del «América para los (norte)americanos», que consolida el lugar de «patio trasero» de la región. En este artículo académico sobre «Guerra Comercial y América Latina» desarrollo con mayor profundidad todos estos puntos y argumentos revistas.unam.mx/index.php/rri/

Resumen

El gobierno de Donald Trump, que expresa un fortalecimiento de las fuerzas “nacionalistas-americanistas” en Estados Unidos, ha declarado la guerra comercial al mundo. Con ello, se puso en marcha un giro proteccionista y un bilateralismo comercial que sirve para proteger e incentivar al conjunto de capitales no competitivos en términos globales, recuperar la base industrial nacional, intentar controlar el déficit comercial mientras se profundiza el estímulo fiscal y establecer negociaciones político estratégicas, tanto en materia tecnológica como geopolítica, que aseguren la primacía estadounidense. Ello se resume en el eslogan “America first” de la actual administración.
A partir de este prisma, en el presente artículo se busca analizar los impactos y dinámicas de la guerra comercial en América Latina, observando: aspectos de la relación comercial de Estados Unidos con la región; la repercusión de las medidas arancelarias y para-arancelarias; la renegociación del TLCAN; los condimentos geopolíticos de las negociaciones comerciales; la firma del CPTPP; los movimientos políticos contrarios a la retomada de la hegemonía estadounidense en la región y el avance de China en América Latina.

Alinearse a un polo en declive, ya sea con sus fuerzas globalistas o nacionalistas, lleva a una mayor periferialización. La clave para el desarrollo es tener una estrategia nacional-regional propia para construir un polo emergente en un escenario relativamente multipolar.

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