- Laboratorios Squibb. Legajo DIPBA a la vista de los jueces. Se lee: “Aparte de lo expresado que hacen llegar las autoridades de la firma Squibb a esta dirección, figura un anexo que dice…” Y lo que dice son los nombres y demás datos de trabajadores que secuestraron y asesinaron.
- Mercedes Benz. La DIPBA tenía fotos de legajos laborales que solo la empresa pudo habilitar, y a su vez la empresa sabía que en la casa de un obrero secuestraron “libros marxistas”. Intercambio de información que muestra el contubernio.
- Ramón Ayala, ex trabajador allí, contó a los jueces que los militares subían a las oficinas de personal y bajaban con listas confeccionadas por los patrones.
- Del Carlo. Los ex trabajadores Oscar Bonato y Nilda Delgado fueron rotundos: “La empresa mandaba a secuestrar. Entró el Ejército con camiones y militares armados y se llevaron a Mastedolfo y Apaza mientras los porteros de la fábrica les franqueaban la entrada”.
No es déjà vu
Ni la mesa oval, ni el encuentro confabulador entre empresarios y sujetos de Inteligencia. Ni los pactos. Ni la impunidad con la que se siguen moviendo hoy a puertas abiertas, a plena luz del día y con total desparpajo. Ni los objetivos: domesticar a la clase obrera, terminar con los gremios que la defienden. Recordemos: el 67 % de las personas masacradas y desaparecidas eran trabajadores. En aquellos días algunos de esos patrones decían que la Argentina era inviable porque los obreros eran demasiados holgazanes y onerosos, exigían salarios excesivos y condiciones de trabajo exorbitantes, hacían mucha huelga. Porque para la gula de esos patrones el problema siempre eran los trabajadores y los derechos de los que gozaban al menos desde el ‘45. Ellos buscaban aumentar la productividad pero sobre todo sus ganancias, para apropiárselas sin distribuir más que mendrugos. Querían más guita, como siempre, como ahora, y para eso había que destruir ese andamiaje jurídico de protección y garantías laborales, sociales. Antes como ahora. Por eso no estamos teniendo un déjà vu cuando escuchamos a un ex ministro de Trabajo provincial queriendo terminar con los sindicatos, y a la casta empresarial exigiendo a gritos reformas laborales. Encarnan un modelo de sociedad/país que persiste en idénticos propósitos: transferir la mayor cantidad de recursos de la sociedad a unos pocos (ellos) y que la mayoría del pueblo se ajuste y pague sus fiestas. Aumento de productividad en aquellos días significaba trabajar más horas por el mismo salario. Más horas los motores encendidos, sin importar que dentro de esas máquinas quedaran atrapados los dedos de algún trabajador agotado. Aumento de productividad era no gastar un peso en garantizar la salubridad e higiene, y la seguridad laboral. La mayoría de los testigos de la megacausa mencionada, ex trabajadores de esas empresas, fueron lapidarios explicándoles a los jueces qué pasaba dentro de las fábricas en los ‘70. Es imposible en esta breve opinión relevar la contundencia de todas las declaraciones, pero los juicios son públicos y es fundamental escuchar esos testimonios que permiten entender nuestra historia de devastación, y quiénes fueron todos sus responsables. Allí se ilumina la opacidad de cierto relato y queda en evidencia la participación de la casta empresarial en ese destrozo. Es un buen ejercicio ciudadano para evitar tantas recurrencias tóxicas. La última dictadura llenó a la patria de muerte, pero también de desocupados, recesión, inflación. Desnacionalizó la economía, tomó deuda ilegítima, dio rienda suelta a la especulación financiera. Recordar eso nos autoriza a sostener que la recidiva macrista no fue un déjà vu . Son los factores de poder de ayer y los de hoy, empresas más, empresas menos.Las fábricas para el Ejército
Las Fuerzas Armadas fueron tallando a puño de picana una matriz económica a pedido de empresarios que querían ganancias fabulosas a cualquier costo, aunque fuera la pauperización o la salud de los productores de esas riquezas: sus trabajadores. Una de las directivas de exterminio del Ejército, la 504/77, señala que las fábricas eran un ámbito clave para la lucha antisubversiva. Y analizan el rol de la “fuerza empresarial amiga” (eso eran los empresarios para los asesinos en masa) como participante activa en el proceso de lucha activa contra los trabajadores. Esto es textual de la directiva. A partir del golpe, las empresas desconocieron las conquistas logradas en los años previos gracias a la lucha gremial, colectiva. Ese impulso los siguió y los sigue animando cada vez que intentan forzar la quita de derechos laborales. Siguen pensando que son los trabajadores los que le cuestan al país, y no quienes se apropian de la renta nacional para fugarla o hipotecar el futuro del pueblo con una deuda que se fuman en pipa. Hambre y muerte. Destrucción del aparato productivo y anclaje de larvas que aún nos carcomen. Hace 46 años la sangre de les torturades y asesinades alimentó arcas y privilegios de esa casta empresarial que andaba codo a codo con los dictadores visitando los alrededores de los centros clandestinos. Durante el imperio de la recidiva neoliberal macrista circularon orondos por reuniones oficiales donde se soñaba con la policía secreta estatal alemana, pieza vital del genocidio nazi. Y así como durante el último genocidio no tuvieron empacho en avalar y propiciar la metodología del flagelo, tampoco ahora se los vio golpeando la mesa, indignados ante la añoranza de una Gestapo y la proposición de inventar denuncias. Esta vez la domesticación deseada no usó la electricidad. Intentó armar causas buscando el escarnio social mediante comunicadores adictos y encarcelamientos de cuestionable legitimidad. Una vez más –ayer como hoy– miembros de la casta empresarial vuelven a hacer su aporte esencial. El affaire Gestapo macrista es el botoncito de muestra. Y es apenas un registro del accionar de uno de los convidados a esa entente, integrada al parecer por funcionarios del Ejecutivo, miembros de la Justicia, y –obviamente– operadores del aparato de inteligencia estatal. Eterno retorno de los modos de perseguir e intentar eliminar. (*) Gabriela Sosti es auxiliar fiscal en los juicios de lesa humanidad. [1] Causa 3005 y acumuladas, en trámite ante el Tribunal Oral Criminal 1 de San Martín.Regresar a Diario Mar de Ajó, el diarito – Prensa Popular – Prensa Alternativa
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