Rastreando la Grieta: El gobierno del coronel Manuel Dorrego, el 1° de Diciembre de 1828, sufrió un golpe de estado

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El 1° de diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle llevó adelante un golpe de estado contra el gobierno del coronel Manuel Dorrego, quien en 1827 había sido elegido gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires. Lavalle fue nombrado gobernador interino en tanto que el Gobernador destituido Manuel Dorrego se retiraba al campo con el propósito de reunificar fuerzas para restituirse del golpe.

                                                    

Manuel Gálvez nos dice:
“La muerte de Manuel Dorrego produce en el país hondísima impresión. En Buenos Aires, personas que simpatizaron con el movimiento “decembrista” ahora condenan a Lavalle. Los mismos unitarios lamentan el crimen. Del Carril acaso temeroso de que sean conservadas sus cartas imprudentes, y deseando disminuir su propia responsabilidad, da este consejo a Lavalle: “me tomo la libertad de prevenirle que es conveniente recoja usted un acta del consejo verbal que debe haber precedido a la fusilación.”  Y en otra carta del 20 de diciembre, insistiendo en esa acta, le dice que ella debe contener un relato del complot y los nombres de los jefes y oficiales de la división sublevada; y le reclama su presencia en la ciudad “para que se le haga una entrada bulliciosa y militar, porque la imaginación móvil de este pueblo necesita ser distraída de la muerte de Dorrego, y para esto basta bulla, ruido, cohetes, músicas y cañonazos”.

Pero Del Carril se equivoca. El pueblo de Buenos Aires no se olvidará de Dorrego. Pasada la impresión de los primeros días, erguido sobre el abatimiento y aun el pánico que lo ha postrado durante una semana, el pueblo de Buenos Aires se pone a deificar a Dorrego y a llorarlo. La ciudad acude a la misa que mandan decir sus deudos, y circulan emocionantes recuerdos de su persona. A Lavalle se lo cuenta el propio Del Carril: ‘Mucha  gentuza a las honras de Dorrego: litografías de cartas y retratos. Luego se trovará la carta del Desgraciado en las pulperías, como las de todos los desgraciados que cantan en las tabernas’.

Y así sucede. Las guitarras no tardan en ponerse a llorar la muerte del héroe. En las pulperías, los cantores arrancan lágrimas a los asistentes, con sus cielitos de actualidad. El más bello – Este es el cielo de los cielos que todos hemos de cantarevoca la prisión de Dorrego, la huída de Rosas a Santa Fé, el fusilamiento del mártir, las hazañas de las montoneras y termina:  Cielito y cielo nublado – por la muerte de Dorrego- ¡Enlútense las provincias! ¡Lloren cantando este cielo!

                                                                     

Juan Manuel de Rosas                                                                                                                     Estanislao López

Algunos de estos cantos vienen desde Santa Fé. Los periódicos unitarios los delatan, y los cantores van a la cárcel. Otros cielitos recuerdan la vida entera de Dorrego: sus glorias de la guerra de la Independencia, su destierro, su conducta en el año 20. Dorrego, llamado por el pueblo “el padre de los pobres”, se convierte ahora en una especie de santo, en una figura legendaria. Un diario acusa de “subversivos” a esos cielitos; y tiene razón, porque ellos conmueven al pueblo hasta el llanto, circulan de boca en boca y propagan el odio al gobierno y a los unitarios y el fervor por la causa del pueblo. Ese cielito prepara eficazmente a las masas a favor de Rosas, que aparece como el vengador de Dorrego.

En las provincias donde las noticias de Buenos Aires tardan semanas en llegar, será también grande el dolor, tanto como la indignación y el deseo de venganza. Todos los caudillos se levantarán contra el motín faccioso, el crimen y el despotismo de los aristócratas y oligarcas unitarios. En Santa Fé, la más cercana de las capitales, se sabe pronto de la revolución; y el Congreso Nacional que allí funciona, y que es la máxima autoridad de la República, declara: “Anarquía sediciosa y atentatoria contra la libertad y tranquilidad de la Nación” a la sublevación del 1° de Diciembre (de 1828) y condena el asesinato de Dorrego como : “Crimen de alta traición contra el Estado”; y a fin de someter a los “facciosos”, dispone la colaboración de las provincias y designa para mandar sus tropas al gobernador de Santa Fé, brigadier don Estanislao López. Los gobernadores de Córdoba y de Entre Ríos y después los de las demás provincias, dirigen a sus pueblos indignadas proclamas contra el motín. Y el de La Rioja, Juan Facundo Quiroga, declara la guerra al gobierno “intruso” de Buenos Aires”.

Facundo Quiroga

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