Perón: Modelo Argentino para el Proyecto Nacional – En el ámbito científico – tecnológico
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Conjunto de lineamientos políticos para un proyecto de Nación anunciado por el Presidente Juan D. Perón el 1º de mayo de 1974 en la apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso Nacional. Un texto esencial que constituye su testamento político.
“El desarrollo de la ciencia y la tecnología argentinas ha sido hasta ahora fecundo, pero insuficiente.
Fecundo, por efectivo nivel de acumulación de conocimientos científicos y tecnológicos alcanzado, principalmente impulsado por cuatro factores:
- El crecimiento de las universidades.
- La incorporación de tecnología proveniente del exterior.
- La investigación nacional aplicada particularmente al sector agropecuario;
- El avance de la investigación de postgrado.
Insuficiente, porque elementos disponibles para el avance científico y tecnológico están escasamente aprovechados y porque no se han creado las condiciones básicas para que exista una consagración plena del hombre a la investigación científica y tecnológica.
Insuficiente, también, porque el país aún no ha organizado convenientemente vinculaciones estables y verdaderamente productivas entre el sistema científico- tecnológico, el gobierno, el sistema de producción física y el sistema financiero.
Ello ha contribuido a dispersar la investigación, a no permitir una demanda de ciencia y tecnología estable y creciente y a incrementar el conocido drenaje de inteligencia.
La incorporación de tecnología atada al capital extranjero, particularmente en el sector industrial, creó compromisos tecnológicos onerosos en divisas.
No obstante ello, la acumulación de conocimientos tecnológicos ha sido efectiva, acelerada por la misma naturaleza de la producción industrial.
El costo de la tecnología que venimos empleando es muy alto principalmente porque el ingreso del conocimiento tecnológico no ha sido programado ni administrado con sentido nacional, preservando los intereses del país.
Prueba de ello es el ingreso de tecnología extranjera en terrenos en los que se mantienen ociosos recursos nacionales capaces de producir la misma tecnología que se importa.
Es natural que empresas de capital extranjero se apliquen especialmente a actividades más densas en tecnología foránea.
Por otra parte, la selección de técnicas no ha sido siempre afortunada. En numerosas oportunidades se han importado técnicas obsoletas y poco adaptadas a las condiciones locales. Por añadidura, en muchos casos hubo restricciones, tales como la prohibición de exportar artículos producidos con tecnología importada y el establecimiento de determinados controles realmente inaceptables.
Ahora se trata de aprovechar la experiencia pasada y corregir desvíos cuyos efectos resultan sumamente costosos.
Sin embargo, se ha hecho efectivo un fuerte aporte nacional a la tecnología autóctona, particularmente en los sectores agropecuario e industrial.
Estamos valorando muy alto nuestra capacidad para originar una tecnología propia; sólo debemos ponerla en movimiento, conectándola con la producción concreta, con las decisiones de gobierno y con los apoyos financieros.
La comunidad científica argentina es todavía reducida con relación al ingreso por habitante que el país posee. La mitad del personal de investigación trabaja en ella sólo parte de su tiempo útil. La mayoría de los institutos son pequeños y no llegan a una capacidad de investigación tal que permita un verdadero trabajo interdisciplinario.
Hay miles de proyectos en ejecución al mismo tiempo, lo cual, por un lado, hace que cada proyecto tarde demasiado en fructificar y, por el otro, dificulta la materialización de nuevos proyectos por falta de continuidad en los recursos.
Los institutos están prácticamente concentrados en el área metropolitana y la pampeana. Además, lla remuneración de los investigadores es tan limitada, que sólo una vocación acendrada puede retener el talento en esta actividad.
Me parece claro que no existe hasta el presente una política científica y tecnológica centralmente diseñada y de fácil realización. Tampoco se posee una base institucional suficientemente coherente como para lograr una necesaria centralización de conducción y descentralización de operación.
Las mentalidades científicas y técnicas artinas fueron emigrando sin que el país encontrara un mecanismo que preserve su conexión con los intereses nacionales.
La cuestión no se resuelve dictando decretos que den mejoras económicas, porque el rescate del capital intelectual argentino exige un sentido que va mucho más allá de una remuneración elevada.
Hay varias contradicciones en el problema. No se ha generado una política concreta y unitaria de ciencia y tecnología, ni se han formulado programas operativos, con lo cual la cuestión es gobernada inorgánicamente. Tampoco se ha establecido un aparato gubernamental eficiente, ni se subsumieron los instrumentos de la política científico-tecnológica bajo una conducción unitaria, pues tales instrumentos se hallan dispersos entre varias jurisdicciones administrativas.
Así, mientras el país exporta tecnología en la capacidad intelectual de sus técnicos, importa tecnología en máquinas y procesos industriales.
No obtiene fruto de lo primero, pero paga bien alto por lo segundo.
Debemos decidirnos a producir, exportar, sustituir importaciones y realizar otra serie de transacciones con nuestro conocimiento tecnológico, a fin de lograr los mejores resultados posibles.
Creo que este objetivo puede lograrse en gran medida a través de una conducción científico – tecnológica con planificación. Pero estoy persuadido que la cuestión no puede resolverse plenamente en un terreno puramente nacional.
En efecto, gran parte de lo que debemos obtener es viable con nuestro propio esfuerzo; pero un considerable sector de los objetivos sólo será susceptible de alcanzarse sobre la base de un esfuerzo común, tanto con los países industriales, como con otros países en desarrollo.
En materia de ciencia y tecnología no existen compartimientos estancos. El problema de la propiedad del conocimiento tiene tal relevancia en el nivel mundial, y ejerce una influencia tan decisiva sobre las posibilidades concretas de desarrollo de los países menos adelantados, que la reflexión sobre los últimos quinquenios señala necesidad de repensar las estructuras institucionales que gobiernan este aspecto en el terreno internacional.”
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