Una definición de la generación Unitaria de 1837 y la vigencia en este 2023
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Fuente: El Nacionalismo en Rosas por Roberto de Laferrére – (extracto)
Respecto de los Unitarios, nos dice:” … Al juzgar la conducta de sus jefes de las logias secretas, cabe pensar, en su excusa, que les faltaba el sentimiento de la nacionalidad. No lo traicionaron, porque no lo tuvieron.
Para los más caracterizados entre ellos, ser argentino era ser porteño, y ser porteño era n fenómeno de cultura personal, rara vez logrado en sus filas, porque, la verdad sea dicha, todo partido unitario no produjo una docena de espíritus verdaderamente cultos. Los más ilustres, los más famosos hoy, era literatos o poetas, que, a título de tales, pretendían erigirse en los supremos legisladores de la nacionalidad.
En cualquier caso, fueron extraños el país, cosa que tardaron en descubrir, pues por un fenómeno característico de su vanidad, al principio concibieron éste a imagen y semejanza suya, y, luego, al comprobar la contradicción, dictaminaron que el país estaba equivocado.
Vivieron mirando a Europa, de espaldas a la tierra en que habían nacido, de la que se avergonzaban sin ocultarlo, como avergüenzan los guarangos modernos. En el fondo no se sintieron nunca compatriotas del hombre del interior o de las campañas de Buenos Aires o de los arrabales porteños.
Lo despreciaron, porque se creían superiores a él, cuando sólo lo eran en algunos aspectos, los de su cultura social y libresca, es decir los menos importantes en la vida que les había tocado vivir. En el origen de su política centralista no hay una doctrina, -tan pronto eran republicanos como monárquicos- sino un interés de clase o de grupo que aspira a tener n país propio para gobernarlo e imponerle por decreto – o mejor dicho por ley, pues eran legalistas- la cultura “europea”, así en abstracto: lo único que no había existido ni podía existir en ninguna parte de Europa.
Todo hace creer que confundieron la cultura con las modas de la época y no comprendieron nunca que en la formación de una cultura nacional – de acuerdo al modelo europeo, precisamente- no podía prescindirse de la realidad nacional, el sujeto de la cultura. Pero esta realidad era ellos no aceptaban.
Querían rehacerla conforme a sus ideas, que habían convertido en ídolos. Y sus “ideas” no nacía de la experiencia, en el el mundo que vivían: les llegaban como las levitas, confeccionadas en otra parte.”
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