LENGUA Y FILOSOFÍA ANDINA: “OBRA MAESTRA DEL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD”. UNESCO 2003
Por Lic. José María Caracuel
Regresar a Inicio de Diario Mar de Ajó, el diarito
En una nota anterior hicimos referencia a un médico que conocí en Bolivia perteneciente a la etnia Aymara; él tenía sólidos conocimientos de la medicina de sus antepasados que sumaba a su preparación académica formal.
Los Aymaras son uno de los pueblos originarios que hoy conforman el Estado Plurinacional de Bolivia y entre sus ciudadanos notables de la actualidad podemos nombrar Evo Morales.

Una de las características peculiares de los Aymaras es su idioma, una de las lenguas autóctonas más habladas en Sudamérica, la Dra. Carmen Loza (recientemente fallecida) estimaba que en Bolivia la hablan unos dos millones de personas.
Todo lenguaje nace de la interacción entre los seres humanos, es un fenómeno social, una de sus principales particularidades es que no sólo describe lo que trata sino que también actúa sobre ello, desarrollando, modificando o promoviendo la acción. Podemos decir que el lenguaje tiene la capacidad de transformarnos a nosotros mismos y al mundo en que vivimos, permite al hombre potenciar sus ideas, su manera de ver las cosas, su interpretación de lo que observa. De aquí una innegable relación entre la lengua Aymara y su cosmovisión.
La Dra. Carmen Beatriz Loza, antropóloga e historiadora paceña elaboró un trabajo para la UNESCO que culminó con el reconocimiento de la cosmovisión andina como “Obra Maestra del Patrimonio Oral de la Humanidad” el año 2003. Respecto de la lengua Aymara rescataba de un antiguo documento del siglo XVI: “Esta lengua Aymara es copiosa y de mucho artificio, y suave de pronunciar; y en frases y modos es tan elegante y pulida”.
Agrega una de sus colegas: “Cuando hablas el idioma, ahí está toda la cultura aglutinada: el llanto, la risa, las bromas. Nuestros ancestros vivían en comunión con la Madre Tierra y con el cosmos. Respetaban a las plantas, a los animales, a las piedras sagradas, a los cerros y a las deidades. Pareciera que cada objeto tenía vida para ellos. Pero con la invasión de los españoles, todo eso se ha roto”.
Los Aymara, al igual que otras culturas, transmiten de boca en boca sus historias, haciendo de la tradición oral el medio más común de la enseñanza: las leyendas, la vida silvestre y los paisajes se entremezclan con la vida común, dando fundamento a los conceptos universales de su cultura.
Uno de sus axiomas es la DUALIDAD: todo se manifiesta en pares, arriba/abajo, frio/calor, macho/hembra, día/noche. Esta dualidad no implica antagonismo sino COMPLEMENTARIDAD, los opuestos no están en lucha procurando `dominar al otro, sino que se complementan haciendo aporte a la armonía de la Naturaleza.
Todos los opuestos se complementan estableciendo la figura del par completo que permite funcionar la vida. Macho y hembra forman la representación “macho con hembra” permitiendo la conservación de las especies; “calor con frío” conforman la rueda de las estaciones, “día con noche” completan las actividades de la vigilia y el descanso. De esta forma a los conceptos de DUALIDAD y COMPLEMENTARIDAD se suma el de RECIPROCIDAD, completando la cosmovisión Aymara.
Las ideas de competencia, dominación o sometimiento no existen en esta filosofía: los opuestos se necesitan, sin uno no hay otro. Los opuestos se complementan para realizarse, no hay individualismo.
Una sacralización de la vida.
Personalmente encuentro esta perspectiva hermanada con la enorme sabiduría, solidaridad, espíritu de servicio, humildad y respeto que encontré en ellos. También pone en evidencia la profunda diferencia que presenta con propuestas egocéntricas y autoritarias, llenas de soberbia, que pretenden mantener sus privilegios a cualquier costa: explotación, guerras, contaminación.
En los Aymaras encontré humildad no soberbia; solidaridad no egoísmo, servicio no explotación, respeto no prepotencia, parecería que presentan mayor afinidad a valores Cristianos que los invasores que decían venir a evangelizarlos o las elites golpistas con pretensiones de gobernar su destino.