El tema es el tono, compañeros

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Se vienen tiempos difíciles. La argentina no es la misma que hace cuatro años, cuando la fuerza mayoritaria que acaba de ganar las elecciones se retiraba del gobierno. En cuatro años cambiaron muchas cosas, la política exterior, las redes sociales y las sospechas de corrupción que pesan sobre el gobierno anterior, más una oposición unificada y liderada por quien deja el país en ruinas, son algunas muestras de ello. Si bien la relación de fuerzas es favorable, con eso no alcanza, el presidente electo debe sumar voluntades para las transformaciones que se propone.

Por Alejandro López (Director de www.faronoticias.com.ar de San Clemente)

El oficialismo sigue en campaña. Ahora tratando de armar un relato que lo deje indemne de tanto desastre y tratando de hacer ver “que perdió, pero ganó”. Macri dice que va a liderar la oposición y otros rumorean que quiere ser presidente de Boca. Algunos analistas dicen que tiene esa disyuntiva, pero es de esperar que va a intentar ser las dos cosas, una funcional a la otra. Se trata de acumular poder, todo sirve en función de volver dentro de cuatro años.

En el mientras tanto, depende de cómo sea la relación del país con los organismos internacionales de poder, así será la posición del macrismo, siempre dispuesto a ser la expresión política de esos sectores.

Si Alberto Fernandez es consecuente con lo que viene diciendo que primero el hambre, la producción y el empleo, la cosa no va a ser fácil, menos aún en un escenario de efervescencia, no ya de América Latina, sino también de otras latitudes, donde el efecto contagio por las nuevas tecnologías en comunicación reproduce los fenómenos en el acto. En ese panorama, si Alberto cumple con su pueblo, va a haber “tongo” con el fondo, si Alberto cumple con el fondo, va a haber “tongo” con su pueblo. Por fondo se entiende que es el FMI.

Hay otro escenario, real y posible, -pero difícil- que requiere de mucha madurez de las fuerzas que componen el Frente de Todos, pero por sobre todas las cosas depende mucho de quienes militaron la victoria, ya sea en forma activa, ocupando roles menores o compartiendo contenido en redes sociales. Ese escenario es el de un cambio democrático sumando voluntades para inclinar la balanza a favor de un proyecto nacional y popular.

Toda esa gran masa de voluntades que votó por el frente de Todos tiene la responsabilidad histórica de salirse del conflicto que propone constantemente el hoy oficialismo, y no prestarse a agresiones verbales en ningún ámbito, real o virtual. Las cosas se pueden decir, se deben decir, pero el tema es el tono, cómo se dicen las cosas, y el desafío de quienes quieren un país distinto, debe ser sumar adhesiones para ese proyecto de país. Para eso, no se debe pelear con nadie, hay que tener un discurso tranquilo y abarcador, propio de quien tiene razón.

Da bronca, claro que da bronca, entiendo la bronca de Kicillof la noche del triunfo cuando pidió salir a pegarle a estos cuatro años de gobierno, y eso hizo en su discurso. Da bronca que sigan manipulando el pensamiento de la gente, que quieran aparecer como campeones, cuando en realidad se fueron al descenso y encima, quieran quedar bien parados para ser el bastión de proa del enemigo.

Sin querer ser agorero, creo que si Alberto Fernendez no es funcional a la estrategia de Donald Trump en el continente vamos a tener una oposición feroz del capitalismo internacional, la oposición política local y los medios masivos de comunicación funcionales a esa estrategia. Y el debate va a tener que darse por abajo, construyendo redes, ámbitos de participación con la comunidad, utilizando la creatividad para organizar y contarle a la gente desde esos lugares comunes cual es el proyecto. En esto el peronismo es ducho, sabe como construir. El problema, es el discurso.

Será necesario tener un discurso unificado, cero violencia, el que tenga algo para decir, que lo diga bien, con fundamentos, explicando razones a esos confundidos que se comieron el verso del “se robaron todo”, no solamente porque es obligación dar testimonio de la verdad, sino también porque los necesitan. El presidente electo necesita sumar voluntades, así como la futura oposición intentará alentar fricciones y divisiones -aún inexistentes- para romper el Frente conformado y quedarse con una parte. La consigna debe ser unidad, unidad, y unidad.

En función de esa unidad, no hacerse eco de ningún rumor malintencionado sin verificar los hechos. Y si los hechos son ciertos, “recordar que los trapitos sucios se lavan en casa”. La fuerza electoral en la que casi la mitad del país depositó su confianza y esperanza, no puede ofrecer flancos débiles, no puede castigar públicamente a un compañero o aliado, si eso va a ser utilizado por su adversario político.

La tarea del movimiento peronista en las horas que se avecinan va a ser titánica, la primera consigna es ser conscientes que el movimiento son TODOS los que quieren transformar esta realidad más allá de las ideologías, cada uno desde su puesto de lucha, la segunda que para un/a compañero/a no debe haber nada mejor que otro/a compañero/a, y la tercera, demostrar que no son lo mismo, que están dispuestos a abrazar a un hermano que se equivocó o lo engañaron, y sumarlo al sueño de una Patria Justa, Libre y Soberana.

Como en una familia, como en una pareja, como entre amigos, luego de una fuerte discusión, el tema es el tono si uno quiere recomponer. Hay que decir las cosas, pero bien.

Porque de última, esta lucha no se trata de egos, de protagonismos, ni de quien tiene razón; se trata de ser libres, lo demás no importa.

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