La Cuestión Judía – por Carlos Marx

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Bruno Bauer

 

Así trata Bauer la relación entre las religiones judía y cristiana, como la relación de ambas con la crítica. La relación con la  crítica se vincula con la “capacidad para lograr la independencia”.  Se ha arribado a la siguiente conclusión: “El cristiano sólo debe exceder un nivel, propiamente su religión, para eliminar la religión en general». Y, por ende, será libre; “en cambio, el judío no sólo debe romper con su esencia judía, sino también con el desarrollo complementario de su religión, un desarrollo que le ha sido extraña” (La cuestión judía, Pág.71)

Así, Bauer convierte el problema de la independencia judía en un tema exclusivamente religioso. Se pregunta si el judío o el cristiano tienen capacidad de salvarse por un prejuicio teológico, que se repite desde el racionalismo: ¿Cuál de los dos tiene capacidad de independizarse? Ya no se pregunta: ¿Es el judaísmo o el cristianismo lo que independiza?, sino en cambio: ¿Qué logra mejor la independencia, la negación del judaísmo o la negación del cristianismo?

“Si los judíos quieren la independencia no deben convertirse al cristianismo, sino al cristianismo disuelto, a la disolución general de la religión, esto es, el racionalismo, la critica y su resultado, la humanidad libre” (La cuestión judía, Pág. 71)

Para los judíos, siempre es una conversión, ahora no una conversión al cristianismo sino una conversión a la disolución del cristianismo. Bauer les pide a los judíos que rompan la esencia de la religión cristiana, exigencia que no surge del desarrollo de la esencia judía, según él mismo dice. Desde el momento en que Bauer concibió al judaísmo, en la conclusión de la cuestión judía, como una grosera critica religiosa del cristianismo, instaurando así un significado “exclusivamente” religioso, resultaba previsible que la independencia de los judíos se transformara en un acto filosófico teológico.

Bauer considera la esencia ideal y abstracta  del judío, su religión, como toda su esencia. Infiere justamente: “El judío no otorga nada a la

humanidad al desestimar su propia ley limitada, al eliminar todo su judaísmo”.  (La cupoestión judía, Pág.65)

De este modo la relación entre judíos y cristianos queda transformada: para el cristiano, la independencia del judío sólo importa en cuanto interés humano general, interés teórico. El judaísmo es un hecho que lastima la percepción religiosa del cristiano. Cuando su percepción ya no es religiosa, ese hecho deja de lastimarla. La independencia judía en sí misma y por sí misma no es obra de cristianos.

Sin embargo, el judío para independizarse no sólo debe exceder el nivel de su obra, sino también la del  cristianismo, la de la crítica de sinópticos y la de la vida de Jesús.

“Pueden mirar por sí mismos; establecerán el rumbo de su destino por sí mismos; pero la historia no permite que le hagan trampa”. (La cuestión judía, Pág.71)

Nuestro propósito es desarticular la concepción teológica del problema. El problema sobre la capacidad de liberación del judío es para nosotros el problema de determinar qué elemento social particular se debe se debe vencer para eliminar el judaísmo. Porque la capacidad de liberación del judío actual se vincula con la relación entre el judaísmo y la independencia del mundo actual. Esta relación es un resultado necesario de la ubicación particular del judaísmo en el actual mundo esclavizado.

Pensemos en el judío real de nuestro mundo, el judío de todos los días, y no el judío del sábado, como lo hace Bauer.

No busquemos el misterio del judío en su religión, sino el misterio de la religión en el judío real.

¿Cuál es el fundamento profano del judaísmo? La necesidad practica, el egoísmo utilitario. ¿Cuál es el culto material del judío? El arte del especulador. (la astucia para las ventas menores). ¿Cuál es su dios material? El dinero. ¡Bien! Independizarse de la usura y del dinero, y, por ende, del judaísmo, seria la independencia que requiere nuestro tiempo.

Una organización social que imposibilita las leyes del chalaneo y, por ende, la posibilidad de las ventas menores, no daría cabida al judío. Su conciencia religiosa se diluiría como un humo inconsistente en la autentica atmosfera  vital de la sociedad. Además, cuando el judío reconoce nulo su modo de ser practico y se esfuerza por destruirlo, el judío intenta salir del desarrollo que siguió hasta el momento y trabaja por la independencia humano-pura y simple, y se enfrenta contra la más elevada expresión practica de la propia deshumanización.

Por estas razones, reconocemos un elemento antisocial general presente en el judaísmo. El mismo se encuentra actualmente en un punto —alcanzado por el desarrollo histórico que los judíos contribuyeron a crear en ese mal aspecto — que requiere la propia disolución.

El significado último de la independencia judía se iguala con la independencia de la humanidad del judaísmo.

El judío ya esta independizado a la manera judía. “Por ejemplo, el judío tolerado solo en Jena, influye en el rumbo de todo el imperio por su potencia financiera. El judío que sea privado de todo derecho en un ínfimo estado de Alemania puede decidir el rumbo de toda Europa”.

“Las corporaciones y los gremios están cerrados a los judíos o bien les son poco favorables., por la astucia industrial se burla de la extrañeza de las instituciones medievales”. (La cuestión judía, Pág.14)

No se trata de un hecho aislado. El judío se ha independizado a la manera judía, no sólo conquistando el poder del dinero, sino porque, teniéndolo e incluso no teniéndolo, ha logrado convertirse en una potencia mundial, y el espíritu practico del judío es ya el espíritu  práctico de los pueblos cristianos. Los judíos se han independizado porque los cristianos se convirtieron en judíos.

“El habitante de Nueva Inglaterra, sensible y político libre, es una suerte de Laocoonte que no hace ningún movimiento para librarse de las serpientes que lo cercan—según el coronel Hamilton—. Mammon es su dios y no sólo  lo adoran de palabra, sino con todo el cuerpo y el espíritu. Ante sus ojos la tierra aparece como una Bolsa y tienen la certeza de que aquí abajo su destino únicamente es ser más ricos que sus vecinos. El trafico menor ocupa todos sus pensamientos y no tienen sosiego en el cambio de objetos. Si viajan, digamos que llevan su muestrario y sus mercancías con ellos y únicamente hablan de interés y de ganancia. Si un solo instante descuidan sus negocios es para husmear en los negocios de sus competidores”.

En America del Norte, la preponderancia practica del judaísmo sobre el mundo cristiano adopto esta expresión normal y completamente clara: la propia enseñanza del evangelio, la enseñanza cristiana es ya un articulo de comercio, y el negociante frustrado especula con el evangelio como el evangelista prospero especula con pequeños negocios.-

 

“Este que ven frente a una congregación respetable, comenzó siendo un mercader, su negocio se derrumbó y se hizo sacerdote, aquel debutó en el sacerdocio, pero desde que cierta suma de dinero estuvo a su disposición , dejó el púlpito por el negocio. Para muchos, el ministerio religioso es una verdadera carrera industrial”. (Beaumont, I, c. Pags. 185 y 186)

Estamos frente a una ilusión, dice Bauer, porque los derechos políticos de los judíos son negados teóricamente, y en la práctica éste tiene un poder inmenso y, mientras en détail se lo menoscaba, en  gros ejerce su poderosa influencia política. (La cuestión judía.. Pág. 14)

La contradicción que enfrenta el poder político práctico del judío con sus derechos políticos, finalmente es la contradicción que enfrenta a la política y al poder del dinero. Aunque la política se encuentre idealmente en un nivel superior al dinero, en realidad es su esclava.

El judaísmo ha permanecido alejado del cristianismo: no ha funcionado como critica religiosa del cristianismo ni como duda incorporada al nacimiento religioso del cristianismo y, además, ha subsistido dentro de la sociedad cristiana y ha logrado en ella el nivel más alto. Como miembro particular dentro de la sociedad burguesa, el judío sólo representa el fenómeno del judaísmo de la sociedad burguesa.

El judaísmo no ha subsistido a despecho de la historia, sino gracias a ella.

¿Cuál era el fundamento de la religión judía, en sí mismo y por sí mismo? La necesidad practica, el egoísmo.

El monoteísmo judío en realidad es un politeísmo de numerosas necesidades, que convierte incluso a una letrina en objeto de la ley divina. También la necesidad practica, el egoísmo, es el fundamento de la sociedad burguesa y surge con toda su pureza cuando la sociedad burguesa ha imbuido de existencia plena al Estado político. El dinero es el dios de la necesidad práctica y del egoísmo.

El dinero es el dios celoso de Israel, y ante él todos los otros dioses no sobreviven. El dinero hace viles a todos los dioses del hombre, a tal punto de convertirlos en mercancías. El dinero es el valor general establecido de todas las cosas. Es por esto que se ha quitado su valor intrínseco al mundo entero, tanto a los hombres como a la naturaleza. El dinero es la esencia deshumanizada del trabajo y de la existencia del hombre. Esta esencia ajena a sí lo domina y él le rinde pleitesía.

El dios de los judíos se ha secularizado: hoy es un dios universal. El verdadero dios judío es el intercambio. Su dios solamente es el intercambio ilusorio. La idea que toma de la naturaleza bajo el dominio de la propiedad privada y del dinero es el desprecio, el envilecimiento practico de la naturaleza, que vive en la religión judía pero sólo en la imaginación.

Por estas razones, Tomas Munzer califica como intolerable “que toda criatura sea transformada en propiedad; toda criatura debe ser libre: los peces en el agua, los pájaros en el aire, las plantas en la tierra”.

Lo que la religión judía tiene de abstracto, el desprecio por la teoría, por el arte, por la historia, por el hombre como su mismo fin, constituye la perspectiva verdadera y consciente, la virtud del hombre de dinero. ¡Incluso las relaciones sociales, la relación entre le hombre y la mujer se convierten en objeto de comercio! La  mujer es objeto de venta. La nacionalidad soñada del judío es la nacionalidad del comerciante, principalmente del hombre de dinero.

La ley del judío que carece de razón y fundamento solamente es la parodia religiosa de la moralidad y especialmente del derecho privado que carece de razón y fundamento., de los ceremoniales que residen en el mundo del egoísmo.

Aquí también la relación suprema del hombre es la relación que establece la ley. Es una relación con leyes que para él, no tienen valor por ser leyes de la propia voluntad y de su propia esencia, sino  porque mandan, y cualquier violación de las mismas es castigada.

El jesuitismo judío, ese jesuitismo practico que Bauer muestra en el Talmud, es la relación del mundo del egoísmo con las leyes que lo determinan, cuya intriga velada es el arte primordial de este mundo.

Por otra parte, el movimiento de ese mundo dentro del marco de sus leyes es una continua supresión de la ley.

El judaísmo tenía capacidad para convertirse en religión. La teoría nos dice que no podía llegar a más porque la necesidad práctica sugiere una concepción mundial limitada, que se agota pronto.

Esencialmente, la religión de la necesidad práctica no puede encontrar su contrapartida en la teoría sino en la práctica, porque su fundamento es la practica.

El judaísmo no podia inventar un nuevo mundo: sólo podía incorporar a su actividad las nuevas formaciones y relaciones sociales, porque la necesidad practica, cuyo origen es el egoísmo, es pasiva, no se propaga voluntariamente, sino que es propagada por el desarrollo paulatino de las condiciones sociales.

El judaísmo alcanza la  cima con el pleno desarrollo de la sociedad burguesa; pero la sociedad burguesa sólo se completa en el mundo cristiano. Únicamente bajo el signo del cristianismo, que permite exteriorizar todas las relaciones naturales, morales y teóricas, la sociedad burguesa podía efectuar su escisión completa respecto del Estado, romper todos los lazos sociales del hombre, para poner allí su egoísmo, la necesidad egoísta, desintegrar al mundo humano en un mundo de individuos separados que están enfrentados en posiciones rivales.

El cristianismo se ha generado en el judaísmo. Y nuevamente se ha desintegrado en el judaísmo.

Desde el comienzo, el cristianismo fue el judaísmo teórico; por ende, el cristianismo es el judaísmo práctico, y el cristianismo práctico ha vuelto a ser judío.

Era una ilusión la derrota del judaísmo real por parte del cristianismo. La crudeza de la necesidad practica sólo podía derrotar elevándose hacia el mundo celestial, pues era muy delicado y demasiado espiritual.

El cristianismo es la idea exaltada del judaísmo; el judaísmo es la vil aplicación practica del cristianismo; pero esta aplicación practica sólo podía generalizarse una vez que el cristianismo, como religión perfecta, hubiese teorizado la alineación del hombre y de la naturaleza.

Sólo así el judaísmo pudo lograr la dominación general y convertir  al hombre y a la naturaleza, enajenados, en objetos vendibles, esclavos de la necesidad egoísta y de las ventas menores.

La venta es la práctica del desprendimiento. Así como el hombre, limitado por la religión, sólo puede concretar su esencia haciendo de sí un ser fantástico y extraño, cuando esta preso en la necesidad egoísta, sabe obrar sólo prácticamente, produciendo objetos prácticos, y somete a su productos y a su actividad al mando de una entidad ajena, y les da el sentido de una entidad fantástica y extraña: el  dinero.

El egoísmo cristiano que únicamente busca la redención del individuo, perfeccionado se convierte en el egoísmo corporal del judío, la necesidad celestial en la terrenal, el subjetivismo en el utilitarismo egoísta. La persistencia del judío se explica no por la religión, sino por el fundamento humano de su religión: la necesidad practica, el egoísmo.

Y como la esencia real del judío se ha secularizado, realizándose plenamente en la sociedad burguesa, la sociedad burguesa no podia convencer al judío sobre el carácter ilusorio de su esencia religiosa, que sólo es la concepción ideal de la necesidad práctica. Porque la esencia del judío actual la encontramos tanto en el Pentecostés y en el Talmud como en la sociedad presente, no como algo abstracto sino como una esencia totalmente empírica.  No sólo es una limitaron del judío sino también una limitación judía de la sociedad.

Cuando la sociedad consiga eliminar la esencia empírica del judaísmo, la venta menor y sus leyes, el judaísmo se desvanecerá, porque su conciencia ya no tendrá objeto, porque la base subjetiva del judaísmo, la necesidad práctica, se humanizara, y el conflicto entre la existencia material individual y la existencia general del hombre quedara eliminado.

La independencia social del judío es la independencia de la sociedad respecto del judío.-

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