SOBRE HIPOCRESÍA, LA GRIETA, EL DIEGO Y LA EDUCACIÓN
por Tato Treinta 28 de Noviembre de 2020
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Con todas mis limitaciones, que las tengo y muchas, siempre cuando escribo trato de no “forzar” los análisis, si así se le puede llamar a esta sucesión de palabras, a veces inconexas. Es decir tratar de no “acomodar” las argumentaciones a la “conveniencia” del relato.
“El Diego” se nos fue, pero no voy a escribir al respecto, ya han corrido y correrán ríos de tinta y de palabras sobre ello; pero su partida deja expuesta toda la hipocresía de un amplio sector de la sociedad, sobre todo o fundamentalmente de los denominados “sectores medios”. “El Diego” es la máxima expresión de “la grieta”, esa de la que todas y todos “hablan” y dicen querer cerrar y que muy poco hacen para lograrlo, quizás porque es materialmente casi imposible hacerlo.
Ese amplio, aunque para nada mayoritario sector de la sociedad, pretende en base a una poco sutil “gambeta” diseccionar al semi-dios en partes, según su conveniencia: el genio de la pelota -que nunca la manchó-, del hombre político, del rebelde, de todas y cada una de sus “limitaciones” que todo ser humano como tal posee. “El Diego” como el ser argentina o argentino, es una integridad y eso “es” o somos, no hay contradicción alguna en ello. Esas “contradicciones” solo habitan en esos sectores sociales mencionados, de los que no escapa un número importante de la llamada “progresía” expresadas a través de los “medios” y las “redes”. Para los sectores populares, no hay contradicción alguna y en sus altares populares, vamos a encontrar al Diego junto a Evita y el Che.
Y aquí vale lo expresado en cuanto a no “forzar” los argumentos. Este puede ser el “contexto” donde podemos ubicar las expresiones, ya casi olvidadas, de la “ministra” de educación de CABA Soledad Acuña, que no es la expresión de “una” persona, es el pensamiento (y sentimiento) compartido, por la inmensa mayoría de los funcionarios y de los representantes, que “representan” a “esos” sectores sociales mencionados y también de un gran número de docentes. Tanto la Escuela como los “medios”, parafraseando a Foucault, son los “reproductores” del sistema imperante. Si la “ministra” es Nazi o no, poco o nada importa, nunca hay que “personalizar”. Una y en absoluto la única ni la más relevante, de las responsables de la permanencia de la “grieta” es la Escuela, siendo ella como dije reproductora del sistema, y en su seno no pocas y pocos docentes, que contradictoriamente a los dichos de Acuña, pertenecen en su gran mayoría a esos “sectores medios”. Sectores timoratos, profundamente egoístas, hedonistas que crecieron y se formaron a lo largo del tiempo en esos “valores” y que con una brutal hipocresía, no se hacen cargo en absoluto de sus responsabilidades y acciones como educadoras y educadores no ya de “sostener” un sistema viciado de inequidad manifiesta, sino de la búsqueda de un sistema dirigido a la equidad, la solidaridad, la cooperación y la inclusión.
Si “al Diego” en tanto persona, es por lo menos injusto “diseccionarlo” en base a prejuicios, defendiendo hipócritamente valores propios insustanciales, todo lo contrario hay que hacer con la “institución” Escuela. Hay en ella decena de miles de docentes comprometidos con una educación Liberadora que se “mezclan” linealmente con otras y otros que sostienen y aún más adhieren al pensamiento de la “ministra” Acuña. Allí se encuentra, si de educación hablamos, la profunda “grieta”. La educación es (o debería) ser un profundo acto de Amor, sentimiento profundamente ausente, no sólo en los dichos y acciones de las y los funcionarios mencionados, sino en aquellas y aquellos docentes que en forma silenciosamente hipócrita, las y los acompañan.
“El Diego” se nos fue y con él se muere un mito, un pedazo enorme de nuestra cultura y nace la leyenda. La Escuela como herramienta liberadora de las niñas, niños y jóvenes, se está muriendo, o las y los tecnócratas de turno, la están matando. No dejemos las y los docentes comprometidos con ese acto de Amor, que muera y se transforme en… leyenda.